El 12 de octubre de 2025 quedará grabado para siempre en la historia del toreo.
Morante de la Puebla, una figura indiscutible del arte taurino en los últimos años, llevó a cabo una despedida tan inesperada como emocionante en Las Ventas.
Después de cortar dos orejas al cuarto toro de Garcigrande —un ejemplar que pesaba 554 kilos—, el maestro se despojó de su coleta en el centro del ruedo, ante el asombro casi palpable de unas 23.000 almas.
Nadie lo había anticipado. Ni sus más cercanos. Ese gesto, realizado con calma y emoción, dejó claro que no habría marcha atrás: el mundo del toreo perdía a uno de sus últimos grandes exponentes.
La atmósfera era eléctrica desde primera hora.
La Monumental madrileña, repleta hasta los topes, celebraba una corrida especial por el Día de la Hispanidad, con toros de Garcigrande y un cartel que además incluía la despedida anunciada de Fernando Robleño y la confirmación de alternativa para Sergio Rodríguez.
Morante, quien había regresado a los ruedos este año tras un prolongado parón por depresión, lucía un traje de luces chenel y oro, rindiendo homenaje a Antoñete, cuyo busto fue inaugurado esa misma mañana en la Puerta Grande.
Todo parecía estar listo para una función memorable, pero nadie presagiaba el inesperado desenlace.
La faena, el susto y el adiós
La lidia no comenzó bien para Morante. Su primer toro no le permitió brillar como esperaba. Sin embargo, con el segundo —el cuarto del festejo— llegó el momento mágico. Apenas iniciada la faena, sufrió una voltereta espectacular que lo hizo caer mal, golpeándose sobre el cuello. Pasaron varios minutos antes de que pudiera recuperarse, visiblemente afectado. Una vez restablecido, comenzó una faena lenta y artística, sin artificios, buscando la belleza en cada pase. Tres series conectadas alante hicieron vibrar a Madrid. La estocada fue magistral. Dos orejas cayeron como recompensa. El público estalló en júbilo.
Fue entonces cuando Morante, solo y con paso pausado, cruzó el ruedo hasta llegar al centro. Todo parecía indicar que iba a agradecer a los espectadores su apoyo y clamor. Pero ocurrió lo inimaginable: se quitó la coleta, símbolo máximo del torero activo. La plaza quedó en estado de shock. Un silencio abrumador se mezcló con gritos como «¡José Antonio Morante de la Puebla!» y «¡No te vayas!». La emoción era palpable en el ambiente. El toreo se quedaba huérfano en una jornada histórica.
Curiosidades y datos curiosos
- Morante de la Puebla es uno de los pocos toreros que ha abierto dos veces la Puerta Grande de Las Ventas en un mismo año: primero en junio tras la corrida de Beneficencia y ahora durante su despedida.
- El traje de luces chenel y oro que vistió en su última corrida fue un homenaje a Antoñete, cuyo busto se inauguró esa misma mañana gracias a una iniciativa impulsada por él mismo.
- Durante su paseo triunfal, decenas de aficionados intentaron arrancarle trozos del traje como reliquias; algo habitual en despedidas legendarias pero que aquí adquirió un tono casi sagrado.
- La retirada fue tan sorpresiva que ni siquiera los medios especializados pudieron preverla. Morante no había anunciado su adiós; lo llevó a cabo sobre la marcha tras una actuación memorable.
- El toro Tripulante, perteneciente a Garcigrande, será recordado como el último lidiado por Morante. Pesaba 554 kilos y tenía un pelaje colorado ojo perdiz.
- La temporada 2025 ha sido un viaje emocional para Morante: regreso tras su depresión, triunfos por toda España y despedida en lo más alto.
- El Hotel Wellington**, frente a Las Ventas, fue testigo del momento en que Morante salió al balcón para agradecer el cariño recibido por parte de una afición que le vitoreaba desde la calle.
Recuerdos imborrables: lo que dejamos atrás
Toreros que han dejado huella con su arte
- Joselito: Revolucionó el toreo a comienzos del siglo XX.
- Manolete: Emblema de pureza y tragedia.
- Antoñete: Maestro del temple y la lentitud.
- Paco Camino: Sinónimo de elegancia y clase.
- Morante de la Puebla: Último gran artista del toreo pausado; estudioso ferviente de sus mayores y defensor a ultranza del arte sobre el espectáculo.
Las Puertas Grandes más emotivas de Las Ventas
| Año | Torero | Motivo | Nota destacada |
|---|---|---|---|
| 1939 | Manolete | Alternativa | Inicio de una leyenda |
| 1984 | Antoñete | Despedida | Lágrimas en el ruedo |
| 2005 | Julián López «El Juli» | Confirmación de alternativa | Joven promesa consagrada |
| 2025 (jun) | Morante de la Puebla | Beneficencia | Regreso triunfal tras depresión |
| 2025 (oct) | Morante de la Puebla | Despedida | Corte de coleta inesperado |
Datos curiosos sobre esa tarde
- Asistencia: 22.964 espectadores llenaron hasta los topes.
- Toros: Se lidiaron seis ejemplares de Garcigrande, destacando especialmente el primero y el quinto por su bravura.
- Alternativa: Sergio Rodríguez confirmó su alternativa recibiendo ovaciones.
- Despedidas: Además del adiós sorpresivo de Morante, también dijo adiós Fernando Robleño, quien salió a hombros por la puerta principal tras 25 años dedicados al arte taurino.
- Emoción: Gritos, lágrimas y móviles alzados inmortalizaron ese instante.
Impacto social y cultural
La retirada repentina de Morante va más allá del ámbito taurino; es un fenómeno cultural que trasciende las fronteras del coso. Su forma lenta e introspectiva de entender el toreo ha dejado huella entre las nuevas generaciones. Muchos jóvenes aficionados redescubrieron esta fiesta gracias a él durante este año. Su regreso tras superar una depresión se convirtió en un símbolo público inspirador.
Además, su apoyo a iniciativas culturales —como el homenaje a Antoñete— pone evidencian su compromiso con la historia taurina más allá del mero espectáculo. La estatua del maestro valenciano ahora vigila orgullosamente la Puerta Grande gracias a Morante.
Fuera del coso también reinaba un ambiente intenso. Centenares acompañaron al diestro hasta su hotel coreando su nombre mientras algunos intentaban llevarse recuerdos físicos —trozos del traje— como si fueran reliquias sagradas. Todo esto pinta un retrato social donde lo taurino se entrelaza con emociones profundas e identidad cultural.
Una despedida sin retorno
Morante decide marcharse cuando aún tenía mucho que ofrecer. Lo hace sin previo aviso ni discursos grandilocuentes; simplemente se despide cuando todos esperaban más triunfos por venir. Su último paseíllo por Las Ventas fue casi una procesión cargada simbolismo: dolorido tras aquella voltereta pero conmovido ante una despedida digna.
El toreo pierde así a uno sus últimos artistas totales; alguien capaz hacer vibrar las plazas con pases lentos y profundos mientras defiende un concepto casi filosófico sobre su oficio: menos circo, más arte.
La jornada concluyó con dos despedidas —la anunciada (Robleño) y otra inesperada (Morante)— pero solo una permanecerá grabada como referencia emocional colectiva: aquella tarde donde un maestro decidió dejarlo todo atrás justo cuando todos esperaban seguir siendo testigos históricos.
El último capítulo lo escribió él mismo: parsimonioso, lento, conmovedor… y para siempre.
