TECNOLOGÍA, DEPORTE Y SEGURIDAD GLOBAL

Acusan a China de recolectar ondas cerebrales de Sinner y otros deportistas de élite para desarrollar aplicaciones militares

Investigadores denuncian que China usa datos neurales de deportistas para potenciar avances en inteligencia artificial y entrenamiento militar

Sinner
Sinner. PD

La escena podría parecer sacada de una novela de ciencia ficción, pero a día de hoy, 19 de septiembre de 2025, la realidad supera la imaginación: China ha sido acusada de recolectar ondas cerebrales de deportistas de élite para supuestos fines militares.

La polémica gira en torno al uso de diademas inteligentes durante entrenamientos mentales, dispositivos capaces de medir y analizar la actividad cerebral con el objetivo, en principio inocente, de optimizar el rendimiento deportivo y la gestión del estrés.

El giro inquietante lo aporta una investigación reciente, que apunta a que estos datos —recogidos por aparatos como las diademas FocusCalm— podrían tener un destino muy distinto al previsto por los atletas: el entrenamiento avanzado de soldados y el desarrollo de aplicaciones para defensa.

Entre los deportistas implicados figuran nombres como Jannik Sinner, Iga Swiatek y el piloto Charles Leclerc, así como futbolistas del Manchester City. ¿Sabían ellos que sus pensamientos más íntimos podían acabar inspirando estrategias militares?

Del deporte al campo de batalla: ¿el nuevo oro cerebral?

La empresa detrás del dispositivo, FocusCalm, presume credenciales científicas ligadas a Harvard y al MIT, pero también vínculos con entidades chinas y corporaciones de robótica. El interés chino en liderar la tecnología brain-computer interface (BCI) para 2030 no es casualidad. El acceso a datos neurales tan sofisticados abre la puerta a una gama insospechada de aplicaciones militares:

  • Entrenamiento cognitivo personalizado: Utilizar patrones cerebrales para mejorar reacción, atención y resiliencia en soldados.
  • Desarrollo de sistemas autónomos: IA capaz de procesar información sensorial humana en tiempo real, optimizando decisiones tácticas sin sesgo humano.
  • Ciberseguridad militar: Integración de IA para detectar amenazas y automatizar ciberataques con mayor precisión y velocidad.

En este sentido, el deporte se convierte en un laboratorio vivo donde se experimentan técnicas que luego pueden trasladarse al entorno militar. Los datos capturados —pulsaciones, estados emocionales y patrones mentales bajo presión— son oro puro para quien busca diseñar soldados más resistentes mentalmente o sistemas autónomos capaces de anticipar respuestas humanas.

Avances en IA: entre el rendimiento y la vigilancia

La inteligencia artificial ha revolucionado ya múltiples áreas del deporte, desde el análisis biomecánico hasta la personalización del entrenamiento mental. Los sistemas actuales pueden identificar estados emocionales, niveles de concentración e incluso anticipar caídas en el rendimiento mucho antes que cualquier entrenador humano. Pero cuando estos avances se cruzan con intereses militares, surge una cuestión ética colosal.

Los algoritmos desarrollados con datos deportivos permiten:

  • Analizar grandes volúmenes de señales cerebrales.
  • Reconocer patrones anómalos ante situaciones extremas.
  • Automatizar procesos complejos como la toma rápida de decisiones bajo presión.

En el ámbito militar, esto significa equipar a soldados —o sistemas autónomos— con capacidades cognitivas mejoradas. No es casualidad que Estados Unidos también esté avanzando en este terreno: su Fuerza Aérea ya ha probado IA capaz de pilotar aviones tácticos sin intervención humana directa.

¿Dónde está el límite? Privacidad, ética y doble uso

El escándalo pone sobre la mesa un debate urgente sobre la privacidad neuronal. ¿Hasta qué punto pueden los datos recogidos para mejorar el rendimiento deportivo ser reutilizados con fines bélicos? Las instituciones deportivas implicadas guardan silencio; tampoco hay certeza sobre si los atletas dieron su consentimiento informado para semejante desvío tecnológico.

La naturaleza dual —civil y militar— de estas tecnologías complica aún más la regulación. Mientras algunos ven un salto evolutivo en entrenamiento y seguridad nacional, otros advierten sobre los riesgos:

  • Desinformación y manipulación mental: IA capaz de crear contenidos falsos o influir en estados emocionales colectivos.
  • Dificultad para atribuir ataques o usos indebidos: Los sistemas autónomos pueden operar sin trazabilidad clara.
  • Pérdida del control humano: Automatización progresiva reduce el papel del factor humano en decisiones críticas.

Entrenar cuerpo y mente… ¿para competir o para combatir?

En definitiva, los métodos usados por deportistas —control emocional, concentración extrema— están siendo replicados con ayuda de IA en contextos militares. Respiración consciente para bajar pulsaciones antes de una final olímpica… o antes de una misión crítica. Reemplazo sistemático del pensamiento negativo para lograr el “flow” competitivo… o el “flow” táctico bajo fuego enemigo.

La frontera entre deporte y defensa nunca ha sido tan difusa. Si antes decíamos que “la mente lo es todo” para ganar una medalla, ahora parece serlo también para ganar batallas. Quizá sea momento de preguntarnos si queremos compartir nuestros pensamientos más profundos —y nuestras ondas cerebrales— con quienes diseñan los conflictos del futuro.

A fin de cuentas, parece que entrenar la mente ya no es solo cuestión de rendimiento… sino también una cuestión geopolítica.

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