El Olímpic Lluís Companys fue, este miércoles, escenario de una de esas noches que recuerdan por qué la Champions League es un torneo de resistencia, músculo y aura. El FC Barcelona lo tuvo en su mano, acarició una victoria que habría devuelto ilusión al barcelonismo, pero el PSG de Luis Enrique jamás se dio por vencido y acabó devorando los tres puntos en el descuento (1-2) gracias a un derechazo de Gonçalo Ramos a pase, como una daga, de Achraf Hakimi.
El relato empezó teñido de blaugrana. Lamine Yamal, eléctrico, fue el primer gran protagonista: una ruleta, una carrera sin fin y un pase filtrado que encendió al estadio en el minuto dos. Ferran Torres, el “Tiburón”, mordió pronto con insistencia hasta que, al fin, tras recuperación alta, asistencia de Rashford y pase quirúrgico, encontró el gol para abrir el marcador con un remate de manual. El Barça se adelantaba con justicia.
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— Paris Saint-Germain (@PSG_espanol) October 1, 2025
Pero lo que parecía una fiesta se tornó en advertencia cuando Nuno Mendes desbordó a la defensa culé para servir en bandeja el empate a Mayulu. El PSG devolvía el golpe con frialdad y se iba al descanso más vivo que nunca.
La segunda mitad se convirtió en pulso de estilos, con un Barça aún valiente, sostenido por Pedri y un Rashford que rozó el segundo, frente a un PSG que fue creciendo en confianza. Las piernas blaugranas empezaron a ceder, castigadas por ausencias y por el desgaste, mientras que Luis Enrique agitaba un banquillo que recordó al del campeón vigente: Lee al palo, Vitinha imperial en la sala de máquinas y Ramos preparado para morder.
El golpe definitivo llegó en el descuento, como tantas veces dicta la Champions. Una contra fulminante conducida por Achraf Hakimi, incansable, acabó en asistencia quirúrgica y definición letal de Gonçalo Ramos. El VAR validó lo evidente: el campeón había vuelto a imponer su firma.
El Barça cayó, sí, pero no sin dejar huella en uno de esos partidos que justifican la devoción por este deporte. Montjuïc fue testigo de un combate sin respiro, de alternativas, corazones al límite y táctica desde las bandas. Al final, el PSG se llevó la gloria y los puntos; el Barça, fundido, se queda con la sensación de que, pese a todo, aún puede mirar de igual a igual a los grandes de Europa.

