Escalada militar y tensión política en la línea Durand

Intercambio general de fuego entre fuerzas paquistaníes y afganas a lo largo de la frontera

Las autoridades afganas acusan a Pakistán de llevar a cabo ataques aéreos en Kabul y Paktika, dirigidos supuestamente contra refugios del Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP)

Pastunes en la frontera ente Pakistán y Afganistán (1)
Pastunes en la frontera ente Pakistán y Afganistán. PD

La noche ha caído sobre la frontera que separa Pakistán de Afganistán, y con ella, el estruendo del fuego cruzado y la artillería pesada.

En las últimas horas, fuerzas talibanes han desatado ataques directos contra posiciones paquistaníes en varios puntos estratégicos, abarcando provincias como Helmand y Khyber Pakhtunkhwa.

La reacción de Islamabad fue inmediata: artillería y tanques respondieron con firmeza, extendiendo el conflicto a lo largo de la línea Durand y avivando el temor a una posible escalada en la región.

Las autoridades afganas acusan a Pakistán de llevar a cabo ataques aéreos en Kabul y Paktika, dirigidos supuestamente contra refugios del Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP).

Por su parte, Islamabad justifica sus acciones afirmando que el régimen talibán permite la presencia de militantes antipaquistaníes en territorio afgano, lo que ha intensificado una dinámica de represalias y ataques preventivos.

La raíz de una frontera en llamas

Las tensiones en la línea Durand no son un fenómeno reciente. Esta frontera, trazada en el siglo XIX y nunca aceptada por los distintos gobiernos afganos, representa una herida abierta entre dos países que arrastran profundas diferencias étnicas, políticas y estratégicas. Desde que los talibanes tomaron el poder en 2021, los incidentes armados se han multiplicado:

  • Escaramuzas frecuentes entre las fuerzas fronterizas.
  • Bombardeos selectivos por parte de Pakistán dentro del territorio afgano.
  • Intentos de infiltración y ataques suicidas en provincias paquistaníes.
  • Represalias talibanes sobre puestos de control y aldeas a ambos lados de la frontera.

El reciente ataque en Khyber Pakhtunkhwa dejó al menos 23 muertos tras la explosión de un coche bomba seguido de un asalto armado, reivindicado por el TTP. Este grupo actúa como un puente entre las insurgencias afgana y pakistaní. Islamabad culpa directamente al régimen de Kabul por proteger a estos militantes, mientras que los talibanes afganos acusan a Pakistán de violar su soberanía mediante ataques aéreos y operaciones transfronterizas.

El régimen talibán ante el abismo

El gobierno talibán se enfrenta a su mayor desafío desde la retirada occidental. Sin reconocimiento internacional, con una economía devastada y cada vez más aislado, el régimen encabezado por Hibatullah Akhundzada se encuentra sometido a presiones tanto internas como externas. La ofensiva pakistaní pone a prueba su capacidad para mostrar fuerza e iniciar negociaciones con un vecino históricamente hostil.

La respuesta talibana —que incluye ataques coordinados en varios puntos fronterizos, ocupación de puestos paquistaníes en Helmand y Kunar, así como movilización de fuerzas especiales— busca enviar un mensaje claro: resistencia ante la injerencia extranjera y control sobre sus propias filas. No obstante, existe un riesgo real de perder aliados internos o fomentar nuevas insurgencias en el este del país.

Además, los talibanes deben lidiar con crecientes divisiones internas junto con la presión internacional respecto a los derechos humanos, la represión hacia las mujeres y una economía colapsada. Si bien el conflicto fronterizo podría reforzar su discurso nacionalista, también agrava su aislamiento e incrementa su dependencia de recursos externos.

Los pastunes: atrapados en medio del fuego

La línea Durand atraviesa el corazón del territorio pastún, una de las comunidades étnicas más grandes de esta región. Durante décadas, los pastunes han vivido divididos entre ambos países, sometidos a controles rigurosos, desplazamientos forzados y violencia continua. El actual repunte bélico tiene un impacto especial sobre:

  • Desplazamientos masivos de familias hacia ambos lados de la frontera.
  • Restricciones al comercio transfronterizo, esencial para la economía local.
  • Reclutamiento forzoso de jóvenes para milicias e insurgentes.
  • Represalias e incertidumbres sobre lealtades dentro de las comunidades pastunes.

La cultura pastún y sus redes tribales han funcionado históricamente como un amortiguador entre Kabul e Islamabad; sin embargo, la militarización creciente de la frontera junto con la demonización sistemática hacia los pastunes por parte de ambos Estados han minado tanto la confianza como la seguridad en esta zona.

Posibles escenarios y riesgos futuros

El conflicto en la frontera afgano-paquistaní podría evolucionar hacia varias direcciones:

  • Una intensificación del enfrentamiento armado que daría lugar a nuevos ataques aéreos y operaciones terrestres con más bajas civiles.
  • Negociaciones indirectas mediadas internacionalmente para restablecer mínimos niveles de cooperación que eviten una guerra abierta.
  • Fragmentación del control talibán en el este afgano con el surgimiento potencial de grupos rivales o disidentes.
  • Aumento de presión sobre las poblaciones pastunes que podría desencadenar protestas masivas o radicalización.

La situación es extremadamente volátil. Con combates persistentes y discursos cada vez más duros por parte involucradas, la frontera entre Afganistán y Pakistán se consolida como uno de los focos más peligrosos e impredecibles del actual panorama internacional. La crisis del régimen talibán junto al futuro incierto para los pastunes marcará notablemente lo que está por venir para esta región.

El tira-y-afloja entre Kabul e Islamabad deja claro que cualquier chispa puede encender una crisis regional cuyas consecuencias son imposibles de prever.

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