La liberación el lunes de los últimos rehenes israelíes vivos bajo el control de Hamás pone fin a un capítulo desgarrador que se inició el 7 de octubre de 2023.
No se trata únicamente de cifras: son historias llenas de resistencia, supervivencia y un trauma compartido.
Los testimonios que han salido a la luz en las últimas horas dibujan un panorama devastador: torturas, privaciones alimenticias, manipulación psicológica y prolongados períodos de aislamiento, todo ello dejando marcas físicas y mentales que serán difíciles de borrar. Según los primeros exámenes médicos, muchos han perdido entre el 30% y el 40% de su peso corporal. La brutalidad ejercida por los captores no fue casualidad, sino una estrategia metódica diseñada para romper la voluntad.
Avinatan Or pasó 738 días en cautiverio completamente solo, sin contacto alguno con otros secuestrados hasta su liberación. Retenido en el corazón de Gaza, sufrió largos episodios de inanición y un deterioro físico alarmante. Su historia ilustra el aislamiento extremo al que fueron sometidos varios rehenes, una táctica deliberada para incrementar su sufrimiento psicológico. Otros como Elkana Bohbot sobrevivieron más de dos años encadenados en oscuros túneles subterráneos, perdiendo toda noción del tiempo y del espacio. Las imágenes revelan marcas visibles en sus brazos, un testimonio silencioso del abuso físico diario.
Antecedentes y contexto geopolítico
El secuestro masivo de civiles y militares israelíes durante la ofensiva de Hamás en octubre de 2023 representó un punto decisivo en el conflicto. Israel respondió con una campaña militar sin precedentes en Gaza, aunque la prioridad política y social siempre fue la recuperación de los rehenes. Durante dos años, las negociaciones se estancaron; las familias llevaron a cabo protestas semanales en Tel Aviv mientras la presión internacional aumentaba. La liberación final es fruto de un acuerdo mediado por Egipto y apoyado por potencias globales, que incluyó la excarcelación de alrededor de 2.000 prisioneros palestinos.
Sin embargo, el canje no ha sido completo: Hamás entregó solo cuatro de los 28 cuerpos de rehenes fallecidos que había prometido devolver, lo que ha suscitado indignación y angustia entre las familias afectadas. El proceso de identificación todavía está en marcha, pero este incumplimiento parcial del acuerdo pone de manifiesto la complejidad y asimetría inherentes a las negociaciones con grupos armados no estatales.
Testimonios: el rostro humano del horror
Los relatos compartidos por los liberados revelan patrones inquietantes: hambre crónica, torturas físicas y psicológicas, manipulación informativa y largos períodos de aislamiento. Dos hermanos gemelos, Gali y Ziv Berman, fueron secuestrados juntos pero separados durante todo su cautiverio. Aunque estaban en la misma zona, desconocían la presencia del otro; su reencuentro solo se produjo tras ser liberados en una base militar israelí. El abrazo entre ambos, transmitido en directo, simboliza tanto el alivio como el profundo daño causado por la cruel estrategia diseñada por sus captores.
- Aislamiento total: Avinatan Or vivió 738 días sin ver a nadie más. El silencio y la soledad se convirtieron en armas tan letales como las cadenas.
- Encadenamiento y privación: Muchos rehenes pasaron años atados en túneles oscuros, sin acceso a luz natural ni condiciones mínimas de higiene.
- Manipulación psicológica: Los captores jugaron con esperanzas e inquietudes al difundir vídeos grabados bajo coacción y utilizar a los rehenes como herramientas propagandísticas.
- Torturas sistemáticas: Los primeros exámenes médicos confirman graves lesiones físicas así como un deterioro nutricional alarmante.
La maldad no fue algo improvisado. Hamás empleó tácticas calculadas para maximizar el sufrimiento humano: separar familias, negar información sobre el paradero de seres queridos e intercalar periodos de castigo físico con falsas promesas de liberación. La perversión del trato humano alcanzó niveles difíciles de comprender fuera del contexto radicalizado del conflicto.
Impacto social y político en Israel
La noticia ha sido recibida con alivio pero también con rabia contenida. La sociedad israelí lleva dos años movilizada exigiendo respuestas a un gobierno que ha priorizado las acciones militares sobre las negociaciones humanitarias. Las imágenes del reencuentro entre familiares han tocado fibras sensibles en todo el país; sin embargo, la herida sigue abierta: casi medio centenar de rehenes perdieron la vida mientras estaban cautivos, muchos durante los bombardeos israelíes.
Este asunto trasciende lo nacional e interesa a la comunidad internacional que observa cómo Israel gestiona este trauma colectivo mientras intenta cerrar un capítulo oscuro sin olvidar a quienes no lograron regresar. La devolución parcial de los cuerpos ha añadido una capa adicional de dolor e incertidumbre para numerosas familias.
Perspectivas: ¿qué viene después?
La liberación marca el cierre de una fase crítica del conflicto pero no aborda sus causas fundamentales. Israel mantiene una postura firme frente a Hamás; la Franja de Gaza continúa devastada después de dos años de enfrentamientos; las tensiones persisten en Cisjordania. La comunidad internacional espera que este episodio pueda servir para reiniciar negociaciones más amplias aunque hay un alto grado de escepticismo al respecto.
El legado inmediato es claro: los relatos proporcionados por los rehenes israelíes liberados ponen al descubierto una realidad que va más allá del mero enfrentamiento bélico. Hablan sobre el uso sistemático del sufrimiento humano como arma política y sobre el cálculo frío detrás cada decisión tomada por Hamás para prolongar el dolor e intentar presionar a Israel. También plantean preguntas incómodas acerca de los límites éticos cuando se gestionan crisis humanitarias complejas.
La historia no concluye aquí. Las secuelas físicas y psicológicas acompañarán a estos supervivientes durante años; las familias que aún buscan respuestas continúan su lucha; mientras tanto, la sociedad israelí debate cómo sanar sin olvidar lo ocurrido. En medio del caos actual, Gaza intenta levantarse entre escombros y heridas abiertas. El costo humano del conflicto sigue siendo incalculable.
