La marina israelí ha detenido los barcos de la flotilla pro Hamás bajo la sospecha de que detrás de esta iniciativa se ocultaba algo más que un simple intento por romper el bloqueo y llevar ayuda humanitaria. En las últimas horas, los servicios de seguridad han hecho públicas unas informaciones que demostrarían la financiación directa por parte de Hamás hacia esta operación, incluyendo nombres de empresas ubicadas en España y conexiones con la estructura internacional de los terroristas musulmanes.
La historia alrededor de la flotilla Sumud no se limita a pancartas y cánticos por la paz. De acuerdo a los documentos hallados en Gaza y divulgados por Israel, se afirma que la organización Conferencia Palestina para los Palestinos en el Extranjero (PCPA) –el brazo internacional de Hamás– estaría detrás tanto de la coordinación como del financiamiento de la flotilla. Nombres como Saif Abu Kashk, activista vinculado a Hamás en España y director de la empresa Cyber Neptune, aparecen en los registros como responsables de gran parte del patrimonio marítimo involucrado.
Las autoridades israelíes sostienen que esta flotilla es “un ataque coordinado por parte de Hamás bajo el disfraz civil y humanitario”, mientras que los representantes europeos rechazan categóricamente esta versión, tildándola de “propaganda” y demandando que sean organismos independientes quienes analicen los documentos presentados.
El debate sobre la naturaleza del contenido a bordo ha cobrado fuerza tras la difusión de vídeos y fotografías que muestran lo que supuestamente sería ayuda humanitaria. Sin embargo, tanto la policía israelí como varios medios han afirmado que tras la interceptación no se halló ningún suministro humanitario significativo dentro de las embarcaciones. La propia delegación italiana sugirió entregar la ayuda a través de Chipre y del Patriarcado Latino de Jerusalén; oferta que fue rechazada por los activistas, decididos a romper el asedio marítimo por sus propios medios.
Por su parte, la organización propalestina ha difundido imágenes y testimonios afirmando que sí existe ayuda a bordo; aunque hasta ahora no hay verificación independiente sobre ni su cantidad ni su naturaleza. La incertidumbre persiste mientras el intercambio continuo de acusaciones alimenta aún más esta controversia.
Israel ha interceptado a principios de mes a las flotillas Global Sumud y la Thousand Madleens y ha detenido a los 473 tripulantes de la primera y 150 de la segunda. Los barcos suelen quedarse en un puerto israelí, probablemente el de Asdod, donde fueron llevados después de que el Ejército israelí los interceptara uno a uno en aguas internacionales. Se espera que Israel comience pronto las acciones legales para conseguir su incautación y que cambien su bandera a la israelí, puesto que las autoridades ya hicieron anuncios en ese sentido antes de interceptar los barcos.
España y la repatriación: ¿solidaridad o complicidad?
El apoyo del Gobierno español a esta flotilla pro Hamás ha sumido a España en un descrédito internacional aún mayor al conocerse que el Ejecutivo pagaría los billetes de avión de regreso de estos activistas sin repercutirles el coste después. Y no solo eso, sino que se ha enviado nada menos que un avión militar A400M a Atenas para repatriar a otro grupo de activistas y en el colmo del despropósito, dos etarras integrantes de la flotilla rechazaron volar en un avión militar español, por lo que el ministerio de Exteriores les pagó billetes para un vuelo comercial.
Tanto servilismo con los activistas pro Hamás es aún más nauseabundo cuando se recuerda cómo el Gobierno de Sánchez dejó tirada durante un año en un hospital taliandés a Ángela Agudo, una joven española que sufrió un accidente durante un viaje a ese país, quedó en coma y el Gobierno no movió un dedo por traerla. Ante ese abandono, la familia de la joven recurrió a pedir donaciones, recaudaron 300.000 euros para poder pagar un avión medicalizado y Hacienda les pasó factura en concepto de impuesto de donaciones.
Resumen del despropósito de la flotilla ‘basurilla’
- Entre los españoles detenidos se encontraban etarras con antecedentes por pertenencia a banda terrorista.
- Varios miembros arrojaron sus móviles al mar antes del abordaje del ejército siguiendo un protocolo para impedir que las autoridades israelíes accedieran a información sensible sobre su organización.
- La presencia de activistas gay en los barcos llevó a la dimisión del coordinador magrebí del grupo, ya que los musulmanes no toleran a los homosexuales.
- La flotilla denunció haber sido atacada por drones israelíes cerca de Túnez; no obstante, el gobierno tunecino atribuyó ese episodio a una explosión accidental.
La saga relacionada con estos 51 barcos continúa sumando capítulos dignos del mejor guion cinematográfico. En este escenario entrelazado con diplomacia, activismo y operaciones encubiertas, cada ola parece traer consigo nuevas revelaciones.
