Como usted bien sabe, muy estimado lector, ésta no ha sido una guerra por el reconocimiento de un Estado sino una guerra geopolítica. Un tablero de ajedrez con piezas blancas y negras.
Con el acercamiento del resto de los países árabes a Israel acentuado así el aislamiento geopolítico de Irán, el régimen de los ayatollahs abrió la partida de ajedrez y llevó a cabo una apertura kamikaze: el gambito de Rey salvaje del ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre diseñado en las fechas previas por el régimen de Teherán sacrificando peones de Hamás y Hezbolá en el Ĺibano, con declaraciones incluídas del líder de la revolución Iraní de que en unos días Israel comenzaría a sufrir.
Pero quien el 12 de octubre de 2024 movió en el tablero sus peones y el odio inoculado por el tiempo en un movimiento salvaje, precipitado y erróneo quiso capturar las torres israelíes con los alfiles de Hamás y obtener una respuesta desproporcionada que provocara la animadversión internacional poniendo en jaque a Israel y amortiguando así el preocupante aislamiento del régimen iraní, un jaque sin el análisis debido y sin pensar suficientemente la respuesta del oponente.
La previsible reacción de las piezas israelíés durante dos años para erradicar el terrorismo de Hamás que se protegía con el escudo de los peones de su población en escuelas y hospitales, etc.. hace aun más inexplicable la chapuza sangrienta y asesina de Hamas hacia su propio pueblo, cohetes que acababan impactando contra su propia población.
Quienes hicieron esa apertura suicida y kamikaze en el tablero de la región por iniciativa de una potencia extranjera fueron unos cuantos miles pocos, a los que Gaza importaba poco o nada, y quienes la han sufrido y continúan sufriendo, muchos.
De ahí que la obligación del fuerte en esas partidas sea mover sus torres para defenderse y garantizar la seguridad de sus nacionales y, en la medida de lo posible, contenerse, autolimitarse. Y la obligación del más débil, si es que existe esa posibilidad, reparar en quien está jugando la partida por ellos a través de sus cómplices dirigentes a los que incluso han llegado a votar.
Si no hay tal posibilidad, es que hay que cambiar de oponente como pide el plan de paz de Trump con la vuelta de secuestrados, entrega de presos, retirada de tropas y complicada desmilitarización de Hamás y reconstrucción de la franja a fin de no jugar esa partida y, sobre todo, evitar un dramático mate inevitable para su pueblo después de desconocer la desventaja estratégica irreversible. Y al revés de la flotilla esa de niñatos gilipollas, desocupados y exhibicionistas de vacaciones jugando al parchís en su crucerito, reconocer las capacidades y la fuerza del oponente, un león, procurando no provocarle, ni tirarle del rabo y dejarle pastar en la pradera.
A lo largo de dos años y medio de guerra la única democracia y superior potencia regional, defensa avanzada de Occidente eliminó, al menos por el momento, por el momento las más inminentes amenazas, el terrorismo de Hamás, las milicias de Hezbolá en el Ĺíbano apoyadas por Irán, los hutíes de Yemen, las instalaciones nucleares iraníes, etc…
Y ahora, cuando quedan pocas piezas en un tablero de ajedrez el Rey se vuelve activo y así un plan de Paz ha coronado al «Rey Trump» que se han movido con las Torres de Netayanhu en un acertado Enroque, con el apoyo de los caballos y alfiles de Egipto, Arabia Saudí, Emiratos, Turquía y Quatar para financiar la reconstrucción.
Es cierto que hay otros muchos elementos importantes en ese tablero geopolítico, como el canal de Suez con el 12 % del comercio mundial, pero esos ya estaban antes del salvaje ataque terrorista.
La necesidad de Trump de revertir el declive del imperio americano y recuperar su protagonismo internacional, prolongación del suyo personal, ha trastocado los planes de Teherán, con los bombardeos de sus instalaciones nucleares y el arrinconamiento aun mayor del régimen de los ayatollas, que no es el pueblo de Irán.
Precisamente a ese pueblo se ha dirigido personalmente Netanyahu para solicitar su colaboración aludiendo a su propia liberación y prosperidad, empezando por el aseguramiento del abastecimiento del agua que supondría algo fundamental para el pueblo iraní que lo necesita imperiosamente y que Israel, con sus recursos hidrográficos y sus desaladoras en una región desolada por la sequía, estaría en disposición de proporcionar.
No se soluciona un problema de siglos de la noche a la mañana aunque tengamos esa esperanza. Si se consigue llevará tiempo. El odio no se extirpa como si fuera un forúnculo ni un tumor. Aunque impuesta por la fuerza de la guerra, la paz es un invento que hay que construir para sustituir la controversia de dominio y voluntad en que la guerra consiste y que hay que evitar con la finalidad de que todos, cada uno a su manera, lleguen a valorar que es mucho mejor la paz.
Más que Tablas por ahogado lo que ha hecho en el tablero de ajedrez la potencia superior agredida, Israel, dejando sin efecto a sus principales amenazas es un jaque, reconocido por el momento, por Hamás. Desde luego que hay que celebrarlo y felicitarse, pero veremos cómo sigue la partida porque las Tablas de una paz duradera en el tablero internacional son más difíciles de obtener que en uno de ajedrez convencional.
