18.000 MILLONES EN JUEGO

El trilerismo de Sánchez en la OTAN nos puede costar aranceles extra para vender en Estados Unidos

En los últimos diez años, las exportaciones españolas hacia Estados Unidos han crecido más del 40%, convirtiéndose así en el sexto socio comercial mundial para España

Pedro Sánchez (PSOE)
Pedro Sánchez (PSOE). PD

El trilerismo de Pedro Sánchez con el gasto en defensa de España puede costarle muy caro en nuevos aranceles a todas las empresas que exportan a Estados Unidos. Y es que en la pasada cumbre del mes de junio de la Alianza Atlántica, Sánchez firmó el documento de incremento de gasto militar al 5% del PIB junto con el resto de países socios. Pero después de la firma, hizo un pasteleo con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, por el que España no estaba obligada a alcanzar ese porcentaje de gasto siempre y cuando fuera capaz de cumplir con los compromisos operativos.

Eso es lo que ha llevado al presidente Donald Trump a calificar como «muy irrespetuosa» la actitud de España, por lo que ya ha adelantado que estudiará imponer aranceles a nuestras exportaciones y ha reiterado su idea de expulsar a nuestro país del club militar. Y es que en política internacional, el trilerismo con el Sánchez está acostumbrado a manejar los asuntos no suele sentar nada bien y, lo que es peor, tiene consecuencias muy negativas para España.

Más de 18.000 millones de euros en exportaciones españolas a Estados Unidos están en riesgo, especialmente en sectores emblemáticos como el agroalimentario, así como el acero y el aluminio. El mercado estadounidense, históricamente uno de los principales destinos para productos como el aceite de oliva, el vino o el jamón serrano, ya siente las consecuencias de los nuevos aranceles, lo que impacta directamente en cooperativas, bodegas y pymes españolas y en los puestos de trabajo que sostienen.

De la cumbre de La Haya al ultimátum de la Casa Blanca

Las diferencias comenzaron tras la última cumbre de la OTAN, donde Trump volvió a exigir a sus socios europeos —con un enfoque particular en España— un esfuerzo presupuestario significativo en materia de Defensa con el que los gastos del club militar no recayesen mayoritariamente sobre los norteamericanos. Mientras que naciones como Polonia o Alemania accedieron a incrementar notablemente su inversión militar, Sánchez decidió mantener el gasto alrededor del 1,3% del PIB, argumentando prioridades sociales y una interpretación más flexible de los compromisos adquiridos.

Los reproches no tardaron en llegar. Trump calificó a España como “extremadamente irrespetuosa con la OTAN” y defendió la necesidad de “castigar” esa actitud. Primero lo hizo mediante la amenaza simbólica de expulsión —una propuesta más retórica que real, ya que la Alianza no cuenta con mecanismos formales para llevarla a cabo— y posteriormente con medidas comerciales más concretas.

El presidente estadounidense enfatizó que “España está beneficiándose a expensas del resto de los Estados miembros, recibiendo protección automáticamente”, mientras otros aliados cumplen con los objetivos de gasto. Esta declaración, hecha ante los medios durante un almuerzo con el presidente argentino Javier Milei, encendió todas las alarmas tanto en Moncloa como en Bruselas.

¿Puede Estados Unidos imponer aranceles solo a España?

El sistema comercial europeo, fundamentado en un mercado único y negociaciones conjuntas, impide que Washington imponga aranceles selectivos solamente a España. Sin embargo, existe margen para aplicar tarifas sobre productos o sectores donde España tenga un papel destacado —como es el caso del aceite de oliva, el vino o maquinaria— afectando indirectamente así a nuestra economía nacional aunque otros países europeos también sufran las consecuencias.

El coste de la guerra comercial: 18.000 millones en juego

En agosto de 2025, la administración Trump ya había establecido un arancel global del 15% sobre la mayoría de exportaciones provenientes de la Unión Europea, afectando especialmente a productos españoles. El acuerdo alcanzado entre la UE y EE.UU. establece ese 15% como límite máximo; sin embargo, algunos sectores clave del comercio hispano-estadounidense se ven perjudicados: aceite de oliva, vino, jamón serrano, aceitunas negras, acero y aluminio. Para los productores españoles implica una doble pérdida: disminuyen su competitividad mientras aumentan los costes logísticos y administrativos ligados al nuevo marco arancelario.

La cifra es alarmante: en 2024, las exportaciones españolas hacia Estados Unidos alcanzaron los 18.179 millones de euros, pero en lo que va de 2025 se ha detectado una caída del 5,9% debido a los nuevos aranceles y al clima incierto que rodea al comercio internacional.

Entre los sectores más afectados destacan:

  • Agroalimentario: El aceite español enfrenta un arancel del 15%, mientras que el vino y el jamón serrano también sufren ese recargo; se estiman pérdidas potenciales cercanas a 9 millones de euros solo para el sector cárnico.
  • Industrial: Tanto el acero como el aluminio ya están gravados con aranceles que van del 25% al 50%, representando aproximadamente un 5% del total exportado hacia Estados Unidos; regiones como Palencia y Zaragoza son especialmente vulnerables.
  • Tecnológico y farmacéutico: Aunque por ahora menos afectados, muchas empresas enfrentan complicaciones para planificar su futuro debido a esta incertidumbre regulatoria.

La presión desde Washington podría tener repercusiones indirectas: la Unión Europea podría reaccionar con contramedidas, encareciendo productos estadounidenses como vehículos o tecnología; esto podría dar lugar a una espiral de represalias indeseadas pero cada vez más probable.

El postureo anti-EEUU y la narrativa política

La estrategia adoptada por Sánchez se caracteriza por gestos simbólicos e intentos por construir una narrativa sobre autonomía estratégica europea; esta postura ha sido percibida en Washington como postureo antiestadounidense. El reciente apretón de manos entre ambos líderes no logró suavizar las tensiones; fue calificado por medios internacionales como “tenso” y “frío”.

Aunque esta actitud resuena favorablemente entre ciertos sectores izquierdistas tanto españoles como europeos, incrementa también las posibilidades de represalias en un contexto global donde economía y seguridad colectiva están más interconectadas que nunca.

  • En los últimos diez años, las exportaciones españolas hacia Estados Unidos han crecido más del 40%, convirtiéndose así en el sexto socio comercial mundial para España.
  • El aceite español —símbolo indiscutible dentro de la dieta mediterránea— exportó más de 113.000 toneladas hacia Estados Unidos entre 2020 y 2023; cifra ahora amenazada por estos nuevos aranceles .
  • El arancel global del 15% impuesto por Trump sobre productos europeos es el más alto registrado recientemente entre ambos bloques comerciales; supera incluso las tasas aplicadas durante lo que se conoció como “guerra del acero” .

La situación no pinta nada bien para las empresas españolas que venden en Estados Unidos, ya que el Gobierno español y especialmente Sánchez no desperdician ninguna oportunidad de lanzar afrontas contra el presidente norteamericano. A los problemas presupuestarios de la OTAN se suma la actitud innecesariamente beligerante contra el mandatario de la Casa Blanca, lo que dificulta crear una mínima sintonía con la Administración Trump que beneficie a nuestras empresas. Esto lo ha entendido desde el minuto cero de la vuelta de Trump la primera ministra de Italia, Georgia Meloni. La jefa de Gobierno italiano jamás ha hecho declaraciones en contra de Trump o sus políticas internas ni ha posicionado a su país abiertamente en contra de ninguna posición norteamericana, de forma que Trump no tiene un solo motivo para endurecer sus medidas contra los italianos.

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