En los pasillos del Congreso de los Diputados, el bullicio es habitual, pero esta semana el aire se carga de un debate candente: la subida de la subvención al bar de la Cámara.
PSOE y Sumar han decidido aumentar en un 30% la partida para que sus señorías puedan disfrutar de menús y desayunos a precios que harían ruborizar a cualquier cafetería del barrio.
El menú del día, que incluye dos platos, bebida, pan y postre, tendrá un coste de solo 8 euros. En cuanto al desayuno completo, que abarca café y tostada, no superará los 2,10 euros.
Y si uno opta por una Coca-Cola, le saldrá por 1,80 euros, menos que en muchos bares del centro de Madrid.
La partida destinada a subvencionar este servicio asciende a 2 millones de euros, casi medio millón más que en el ejercicio anterior.
Todo esto se paga con dinero público, aunque en la letra pequeña del presupuesto aprobado por la Mesa del Congreso —donde predominan socialistas y comunistas— se especifica que la cifra asignada para 2026 será de 2.020.000 euros, lo que implica un aumento del 29,90% respecto al año anterior.
Así se cocina el presupuesto: ¿un privilegio parlamentario?
El proceso para establecer los precios del bar y cafetería del Congreso es bastante riguroso. Actualmente, hay un contrato de restauración en concurso con una licitación que asciende a 6,4 millones de euros para los próximos años. Las empresas interesadas deben ajustarse a una serie de precios fijados por la Cámara. Esta determina que el menú diario debe estar entre 8 y 12 euros e impone la obligación de ofrecer bebida envasada —agua mineral o refrescos— así como hasta cinco variedades de postre, que pueden ir desde fruta fresca hasta repostería casera. En cuanto al desayuno, incluye leche, café, cacao, infusiones o chocolate y una selección de tostadas o bollería digna de cualquier cafetería local; sin embargo, a precios difíciles de igualar fuera del hemiciclo.
La diferencia con los precios habituales es evidente: mientras un menú fuera del Congreso suele costar entre 12 y 15 euros y el desayuno raramente baja de los 3 euros, dentro las diputaciones disfrutan de una subvención considerable que convierte estos costes en casi simbólicos. Y si le sumamos la “pulga de jamón ibérico” incluida en su oferta gastronómica, queda claro que el privilegio culinario parlamentario está servido.
Reacciones y debate: ¿necesidad o exceso?
La decisión ha generado controversia. Los representantes del Partido Popular en la Mesa del Parlamento han votado en contra, argumentando que resulta incoherente aumentar el gasto en partidas que benefician directamente a los diputados en tiempos donde se exige austeridad presupuestaria y hay presión fiscal sobre el ciudadano. Quienes defienden esta medida sostienen que busca asegurar un servicio adecuado para quienes pasan largas jornadas trabajando en la Cámara; sin embargo, la percepción pública es distinta: muchos lo ven como otro ejemplo más de las ventajas disfrutadas por la clase política frente al ciudadano común.
El debate ha cobrado fuerza tanto en medios como en redes sociales. Ahí proliferan comentarios irónicos sobre la dieta parlamentaria, con alusiones a una “barra libre subvencionada” y comparaciones con el precio actual de la cesta básica. Este aumento se produce justo cuando el coste de vida sigue subiendo y la inflación aprieta los bolsillos españoles; esto añade más leña al fuego del debate.
El trasfondo político: financiación y prioridades
Este incremento en la subvención al bar del Congreso forma parte de una discusión más amplia sobre cómo se financia la política y el uso que se hace de los fondos públicos. Las cuentas anuales revelan que los principales partidos reciben cantidades millonarias del erario público: solo durante 2024, el PSOE ingresó 54 millones de euros en subvenciones públicas y Sumar recibió 1,7 millones; aunque esta última cifra es inferior, resulta significativa para sus gastos operativos. La mayor parte de estos fondos proviene de los Presupuestos Generales del Estado, repartidos según escaños y votos; esto garantiza a las formaciones mayoritarias un flujo constante de recursos.
Este modelo financiero —sumado a privilegios como este subsidio para el bar— refuerza la idea generalizada de que dedicarse a la política es un “negocio rentable”, ajeno a recortes o sacrificios que padecen otros sectores. La discusión sobre transparencia y uso adecuado de fondos públicos está más presente que nunca; además, esta controversia sobre el bar añade otro ingrediente al caldo crítico ciudadano.
El menú del día: cifras
Para resumir las tarifas establecidas para el bar del Congreso en 2026:
- Menú del día: mínimo 8 euros; máximo 12 euros.
- Desayuno completo: 2,10 euros (café y tostada).
- Refrescos: 1,80 euros (por ejemplo, una Coca-Cola).
- Partida anual para subvencionar este servicio: 2.020.000 euros; casi medio millón más respecto al año anterior.
Comparativamente hablando, en muchas cafeterías céntricas de Madrid, un desayuno similar oscila entre 3 y 5 euros; mientras tanto, el menú diario rara vez baja de los 12. En el Congreso son los contribuyentes quienes asumen esa diferencia mientras los diputados disfrutan precios propios más parecidos a un restaurante universitario.
Curiosidades y detalles sabrosos
- El pliego exige hasta cinco variedades diferentes de postre con preferencia por repostería elaborada in situ.
- Se ofrecen opciones sin gluten así como bollería casera adaptada a diversas dietas parlamentarias.
- La licitación para este contrato finalizará el próximo 29 de septiembre; quien resulte adjudicatario deberá cumplir con las tarifas subvencionadas.
- La discusión sobre privilegios parlamentarios no es nueva; sin embargo, este incremento del 30% justo cuando suben tanto los precios ha puesto bajo las luces mediáticas lo referente a las dietas alimenticias dentro del hemiciclo como nunca antes.
Mientras tanto, aunque el menú siga siendo tan asequible dentro del Congreso como siempre ha sido, muchos españoles se preguntan si al menos esa pulga con jamón ibérico viene bien servida.
