EN TURQUÍA

El maravilloso monasterio de Sümela ha sobrevivido 18 siglos colgado en el precipicio, pero casi lo matan los vándalos

No solo se trata de una joya arquitectónica, sino también de un testimonio vivo de la agitada historia de Anatolia

El Monasterio de Sümela
El Monasterio de Sümela PD

Elevado a más de 1.200 metros sobre el nivel del mar, en las montañas Pónticas del noreste de Turquía, el monasterio de Sümela (o Sümela Manastırı en turco) es una de esas maravillas que justifican un viaje transcontinental.

No solo se trata de una joya arquitectónica, sino también de un testimonio vivo de la agitada historia de Anatolia.

En este lugar, el arte bizantino se entrelaza con la naturaleza salvaje del Parque Nacional de Altındere.

Fundado en el siglo IV por dos monjes griegos que, según cuenta la leyenda, hallaron aquí un icono milagroso de la Virgen María atribuido al evangelista Lucas, el monasterio floreció bajo la protección de emperadores y sultanes.

Ha sobrevivido a invasiones, saqueos y períodos de abandono, y hoy sigue desafiando al visitante gracias a su ubicación vertiginosa y su atmósfera impregnada de espiritualidad y misterio.

Lo que realmente distingue a Sümela no es solo su rica historia, sino su situación actual: después de una restauración que lo mantuvo cerrado durante varios años, reabrió sus puertas en 2019 y desde entonces ha visto cómo se multiplican sus visitantes.

Cada día, miles de personas recorren los empinados senderos boscosos para admirar sus frescos, perderse entre sus laberínticas escaleras y contemplar desde el precipicio un valle cubierto por frondosos bosques. Este monasterio no es solo una imagen perfecta para Instagram; representa una experiencia tanto física como emocional, un viaje al corazón del Mar Negro turco donde la historia se siente en cada piedra y cada rincón guarda una anécdota o curiosidad.

Un viaje a Turquía con parada obligatoria en Sümela

Turquía es un país cautivador por su diversidad: playas mediterráneas, ciudades milenarias como Estambul, paisajes surrealistas en Capadocia y la vibrante autenticidad del Mar Negro. Sin embargo, si hay un destino que encapsula la esencia de este cruce de civilizaciones, ese es Trabzon junto a su monasterio colgante. La región combina tradición otomana con influencias griegas y georgianas, una gastronomía sustanciosa y una naturaleza desbordante. Sümela se convierte así en el broche perfecto para cualquier itinerario por el noreste turco.

Cómo llegar desde España

Desde España, la ruta más directa consiste en volar hacia Estambul (hay vuelos diarios desde Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia operados por Turkish Airlines, Iberia o aerolíneas low cost como Pegasus) y desde allí tomar un vuelo interno hacia Trabzon, la ciudad más cercana al monasterio. El aeropuerto de Trabzon está bien conectado con el centro urbano; desde allí puedes optar por alquilar un coche, contratar un taxi o tomar una furgoneta compartida (dolmuş) hacia Maçka, el pueblo que da acceso al Parque Nacional de Altındere. El recorrido desde Trabzon hasta la entrada del parque abarca unos 45 kilómetros por carretera montañosa; desde ese punto hay que caminar (o subir en minibús) el último tramo hasta el monasterio. El sendero final resulta empinado, con escalones irregulares y terreno resbaladizo si llueve; sin embargo, las vistas compensan con creces el esfuerzo realizado.

Medios de transporte y documentación necesaria

  • Avión: Viaje internacional a Estambul + vuelo interno a Trabzon.
  • Transporte local: Desde Trabzon puedes optar por taxi privado (alrededor de 40-50 euros ida y vuelta), alquiler de coche (recomendable para mayor flexibilidad) o dolmuş (furgonetas compartidas económicas aunque menos cómodas).
  • Último tramo: Minibús desde el aparcamiento del parque hasta la base del sendero o caminata directa (aproximadamente 20-30 minutos cuesta arriba).
  • Documentación: Pasaporte válido para ciudadanos españoles. No es necesario visado para estancias turísticas inferiores a 90 días.
  • Moneda: La lira turca (TRY). Se aconseja llevar efectivo para pagar entradas, transporte local y pequeñas compras; las tarjetas son aceptadas en hoteles y restaurantes urbanos.

Coste y precios para dos personas

A continuación te presentamos un desglose orientativo para dos personas (precios expresados en euros):

ConceptoPrecio aprox. (2 personas)Notas
Vuelo Madrid-Estambul300-600 € ida y vueltaSujeto a temporada y antelación
Vuelo Estambul-Trabzon80-150 € ida y vueltaTurkish Airlines o Pegasus
Alojamiento (2 noches)80-150 €Opciones económicas y medias disponibles en Trabzon
Transporte local40-100 €Taxi ida/vuelta o alquiler coche + gasolina
Entrada monasterio40 €Precio por persona no turca
Comidas60-100 €Restaurantes locales más algún capricho
Total estimado600-1.100 €Sin incluir extras ni actividades adicionales

Mejor estación del año para visitar

La primavera (abril-junio) y el otoño (septiembre-octubre) son las épocas más recomendables para visitar. En verano las temperaturas son calurosas e húmedas además de haber más aglomeraciones; durante invierno, la nieve y niebla pueden complicar el acceso e impedir disfrutar plenamente las vistas. La niebla es habitual incluso en buenas condiciones climáticas; por ello conviene madrugar para evitar nubes bajas. Los fines de semana tienden a estar abarrotados; si buscas tranquilidad lo mejor es visitar entre semana.

Restaurantes imprescindibles

En las inmediaciones del monasterio solo encontrarás puestos que ofrecen bebidas y snacks básicos. Para disfrutar de una experiencia gastronómica auténtica tendrás que descender hasta Maçka o regresar a Trabzon. No te pierdas:

  • Köfteci Yusuf Usta (Trabzon): Especialidades a la brasa junto con köfte (albóndigas) tradicionales.
  • Kalender (Trabzon): Pescados frescos provenientes del Mar Negro acompañados con ensaladas locales.
  • Hamsiköy Sütlacı (cerca de Maçka): Postre típico elaborado con arroz con leche (sütlaç), ideal tras la dura subida.
  • En Maçka busca restaurantes familiares donde degustar kuymak (plato elaborado con queso fundido mezclado con harina de maíz) o hamsi (anchoa típica del Mar Negro).

Claves y trucos para disfrutar al máximo

  • Utiliza calzado cómodo con suela antideslizante; los escalones del monasterio pueden ser resbaladizos si llueve.
  • Levántate temprano para evitar multitudes y gozar del silencio matutino.
  • Si planeas viajar durante temporada alta (julio-agosto), reserva tu alojamiento con antelación.
  • Lleva agua suficiente, algo energético para picar durante el trayecto y protección solar.
  • Ten presente que si tienes movilidad reducida acceder puede ser complicado: hay numerosos escalones irregulares.
  • Aprovecha las paradas panorámicas durante tu camino para capturar fotografías; las vistas del valle son espectaculares.
  • Consulta siempre sobre el estado operativo del monasterio antes de tu visita: aunque está abierto tras su restauración reciente puede haber cierres puntuales por mantenimiento.

Curiosidades y anécdotas del lugar

Durante siglos, Sümela fue considerado uno de los centros espirituales más relevantes del cristianismo ortodoxo en Anatolia. Con la caída del Imperio Otomano y tras el intercambio poblacional entre Grecia y Turquía en 1923, los monjes griegos abandonaron este lugar llevándose consigo el icono original de la Virgen María. Actualmente dicho icono se conserva en un museo ateniense.

La reciente restauración reveló un túnel secreto que podría retrasar los orígenes del monasterio varios siglos atrás. También salieron a relucir frescos desconocidos que presentan escenas bíblicas vibrantes.

El nombre Sümela proviene del griego Melas (“negro”), probablemente debido al color oscuro característico de las montañas circundantes o por la imagen milagrosa.

A pesar del aislamiento geográfico que presenta este lugar sagrado, fue protegido incluso por sultanes otomanos tras la conquista musulmana; Mehmet II permitió que los cristianos continuaran rezando aquí.

En años recientes ha sido víctima del vandalismo: grafitis sobre los frescos bizantinos han suscitado indignación internacional. Las autoridades turcas han incrementado las medidas de seguridad para proteger este patrimonio único.

Naturaleza e historia: una experiencia envolvente

Ascender hacia Sümela no significa simplemente visitar un monumento; es adentrarse en un paisaje donde densos bosques se combinan con acantilados vertiginosos. El Parque Nacional de Altındere ofrece rutas senderistas adicionales para quienes deseen prolongar esta conexión con la naturaleza.

Dentro del complejo monástico destacan una iglesia excavada en roca —cubierta completamente por frescos— así como celdas monásticas históricas, bibliotecas centenarias e incluso cocinas antiguas junto a un manantial sagrado. La estructura frontal data del siglo XIX e incluía habitaciones diseñadas para huéspedes.

La atmósfera cambia notablemente según avanza el día: al amanecer o al atardecer la luz inunda los frescos creando insólitos juegos visuales. Si tienes suerte con las condiciones climáticas podrás divisar hasta las cumbres nevadas del Cáucaso al fondo.

Un viaje cultural más allá del monumento

Visitar Sümela implica sumergirse profundamente en la cultura local: interactuar con guías turcos apasionados por su historia; degustar té negro cultivado en laderas cercanas; explorar mercados callejeros donde encontrarás frutos secos típicos como avellanas o nueces; aprender sobre esa mezcla étnica tan singular propia del Mar Negro turco.

El contraste entre lo monumental —el monasterio— y lo cotidiano —los pueblos alpinos donde todavía se habla laz— transforma esta experiencia mucho más allá que una simple excursión cultural: se convierte realmente en una inmersión dentro de un rincón poco transitado pero genuinamente auténtico.

Turismo responsable: claves para preservar Sümela

El aumento notable en visitantes ha puesto presión sobre este delicado enclave histórico. Respetar las normas —evitar tocar frescos ni paredes— resulta fundamental para garantizar su conservación futura. Las autoridades locales han instalado cámaras e incrementado patrullas tras episodios vandálicos recientes.

Apoyar negocios locales —restaurantes familiares o guías independientes— contribuye a mantener viva la economía rural sin afectar negativamente tanto al entorno natural como al patrimonio cultural.

Al descender tras tu visita al monasterio queda claro por qué este lugar ha fascinado durante siglos: porque resiste ante los embates temporales gracias tanto a su ubicación sorprendente como a quienes hoy lo protegen como un tesoro compartido entre culturas diferentes.

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