Más información
“Todos los avances tecnológicos glorificados del progreso en el mundo, incluyendo la conquista del espacio exterior, no redimen la pobreza moral del siglo XX”.
Y es que, mientras Solzhenitsin ´disfrutaba´, en vivo y directo, de los ´encantos´ del paraíso socialista, en la Europa libre y democrática, la intelectualidad de postureo y escaparate, flirteaba con el comunismo, que era lo que estaba, y sigue estando, de moda en los antros del pesebre zurdo. A estos pioneros del futuro ´wokismo´, Solzhenitsin les pintó un plano, para que se enterarán de qué iba la película:
“A través de los años he tenido que demostrar que el socialismo marxista, que para muchos pensadores occidentales del siglo XX, era como una especie de reino de justicia, estaba lleno de represión, codicia burocrática, corrupción y avaricia. El socialismo marxista no puede llevarse a cabo sino es a través de la fuerza”.
Como broche, Solzhenitsin, terminó por meter el dedo en el ojo, al concluir que el problema no era el socialismo marxista en sí mismo, sino el ateísmo materialista y la carencia de valores morales, tanto del sistema comunista como del capitalista:
“Sin ser tocados por el aliento de Dios, sin restricciones en la conciencia humana, tanto el capitalismo como el socialismo, son repulsivos.”
Y aquí, hoy, tenemos a granel, de los dos. ¿Qué puede salir mal?
Es de destacar que el disidente soviético recogió en su obra, e hizo suyas, dos frases de Dostoievski: “La belleza salvará al mundo” … “Hay en el mundo solamente una figura de belleza absoluta: Cristo”.
La belleza de Cristo, es el amor de Cristo; no es la belleza ni el amor del mundo, sino es la belleza y el amor que vence al mundo.

