Un juez del Tribunal Supremo ha dado con la palabra clave: Estupor. Estupor por un gobierno del que los ministros parecen sacados de un juego de playmobil, estupor por la oposición que no logra desalojar al presidente sitiado por la justicia con toda la familia en el banquillo, estupor por unas instituciones que le dicen a las otras que tendrían que actuar pero ellas mismas no actúan, o al menos no hasta las últimas consecuencias en cuanto poder del Estado, de su obligación de librar al país de un tirano con mil banderas. Vergüenza os debería dar, se dicen unas instituciones a otras con la casa sin barrer.
Estupor por una nación que no ha reaccionado ni ante la burla, la mentira, el cinismo y el atropello, ni ante el robo o la vulneración de derechos, ni siquiera ante una banda corrupta organizada y una familia peronista que, acusada de cometer abusos de poder y supuestos delitos gravísimos que suponen la indignidad y el deshonor de un presidente y su mujer que van a ser juzgados, ante la perplejidad del pueblo indefenso, ni ellos se van, ni él dimite.
Estupor ante una nación que no parece nación, que Sanchez ha vendido por piezas. Estupor por un Estado que no funciona ni en terremotos, ni en volcanes, ni en pandemias, ni en inundaciones y no funciona más que para la recaudación, un trampantojo informático que aisla al individuo que no se puede comunicar con la Administración que vulnera de raíz los derechos de los mayores.
Estupor por una sanidad donde faltan médicos, donde los profesores ya no son maestros, donde unos medios se conforman con prolongar el negocio del escándalo sin mostrar valor en la lucha frente a la tiranía de un mentiroso compulsivo. Estupor frente a una fiscalía general que va a ser juzgada por convertirse en particular, olvidada del interés de la legalidad. Estupor frente a las comparsas de las comunidades autónomas.
Estupor frente a empresas que como el famoso poema sobre la cobardía de los intelectuales alemanes tras el ascenso de los nazis al poder «Primero vinieron a por….y no hice nada» y así no protestan porque el poder no ha venido aún a por ellas, aunque acabará haciéndolo. Estupor ante corporaciones y asociaciones que miran para otro lado y medios de comunicación que se mimetizan o se retroalimentan con él limitándose a enunciar los escándalos. Estupor frente a una monarquía que en su función de arbitrar y moderar el funcionamiento poco o nada regular de las instituciones, no hace apenas gestos frente a todo lo que está pasando. Estupor frente al individuo que ahogado por un Gobierno que subvenciona y distrae, hace oídos sordos como si la cosa no fuera con él. Estupor frente a un pueblo que sigue sin enterarse de que el Soberano es Él.
