El Hormiguero concluyó su semana con una entrevista memorable. José Sacristán, a sus 88 años, se sentó junto a Pablo Motos para hablar sobre su nueva obra teatral El hijo de la cómica.
Sin embargo, la charla pronto tomó un giro hacia temas más polémicos cuando el presentador preguntó al actor su opinión sobre la situación actual de España y sus políticos. La respuesta del legendario intérprete de Chinchón fue directa y profunda, sin escatimar en críticas al estado del debate público en el país.
«Me molesta lo cutre del debate público. No tiene ni siquiera grandeza trágica. Hay algo barriobajero, cutre, insolente. Tanto por un lado como por otro», declaró Sacristán con total franqueza.
El actor subrayó que, aunque todos comparten la responsabilidad, a veces uno de los bandos pesa más que el otro, señalando directamente al «empobrecimiento del debate». Sus palabras resonaron con fuerza en un momento donde la tensión política parece haberse establecido como norma en la esfera pública española.
Pero el veterano artista no se limitó a criticar. También planteó preguntas incómodas que invitan a la reflexión colectiva. «¿En qué punto esta cutrez, que roza un analfabetismo o una falta de sensibilidad cultural, no nos refleja a los ciudadanos?», inquirió Sacristán, dirigiendo la mirada no solo hacia los políticos sino también hacia quienes los eligen. Para él, resulta alarmante que estos representantes sean elegidos por la ciudadanía, lo que le lleva a cuestionar hasta qué punto la sociedad está alimentando ese deterioro del discurso político.
El actor continuó su análisis con otra pregunta incisiva que dejó a Motos y al público sin palabras: «¿En qué momento nosotros somos quienes jaleamos lo más innoble de su comportamiento?». El actor admitió que, en ocasiones, la realidad es tan evidente que hesita en expresarla para no ofender sensibilidades. Sin embargo, dejó claro que hay una corresponsabilidad entre los políticos y una parte de la ciudadanía que parece premiar esos comportamientos más reprobables.
En plena forma a sus 88 años
La conversación no solo giró en torno a política; también fue una oportunidad para que José Sacristán revisara su dilatada carrera y presentara su nuevo proyecto teatral. El hijo de la cómica es una obra que ha adaptado, dirigido e interpretado él mismo, basada en la primera parte de El tiempo amarillo, el libro autobiográfico de Fernando Fernán-Gómez. La obra ofrece una mirada del autor hasta los 25 años y refleja su percepción de la España de los años 40, un periodo convulso que impactó a toda una generación.
Pablo Motos, curioso como siempre, le preguntó sobre el secreto detrás de su energía vital, algo que sorprende tanto a amigos como desconocidos. «Sabes que no hay ni cuatro ni cinco como tú. ¿Hay algo de tu forma de pensar que podamos imitar?», le preguntó el presentador. La respuesta de Sacristán provocó risas entre el público: «Debo volver a mencionar los ajos de mi pueblo. Es fundamental». Aunque bromeaba, dejó claro que su actitud positiva juega un papel crucial en su bienestar.
Más allá del humor relacionado con los ajos, Sacristán compartió una profunda reflexión sobre cómo enfrenta esta etapa vital. «Creo que existe cierta cordialidad entre lo que uno imaginaba cómo podría ser y lo que realmente es. Esa cordialidad genera un confort que te permite moverte por la vida con cierta libertad», explicó. Para él, mirar atrás no genera ningún tipo de arrepentimiento: «Cuando miro hacia atrás no huele a mierda», una frase destacada por Motos.
El actor confesó que cada vez que recuerda a sus padres, hermana, abuela y tíos —todas aquellas personas que le enseñaron a caminar por la vida— siente alegría: «No solo no huele a mierda, sino que estoy feliz de volver a ellos». Esta filosofía vital —que combina gratitud y memoria sin rencor— puede ser uno de los secretos detrás de su longevidad artística y personal.
Una carrera marcada por las dificultades y el teatro
Nacido el 27 de septiembre de 1937 en Chinchón, Madrid, José Sacristán ha forjado una carrera impresionante durante más de seis décadas. Debutó sobre las tablas en 1960 con Los ojos que vieron la muerte y rápidamente se convirtió en uno de los actores más populares durante los años setenta. Su versatilidad le ha permitido explorar todos los géneros desde comedia hasta drama o thriller, siempre manteniendo un estilo natural y carismático reconocido tanto por críticos como por el público.
Entre sus múltiples galardones destaca el Premio Goya, recibido por su actuación en El muerto y ser feliz, dirigida por Javier Rebollo. A lo largo de su trayectoria ha colaborado con algunos grandes nombres del cine español consolidándose como una figura emblemática dentro del ámbito cultural nacional. Su dedicación al teatro ha sido constante; ha participado en numerosas producciones reflejando así su pasión por este arte.
Durante su paso por El Hormiguero, reveló tener todo programado hasta finales del año 2026 e incluso parte del 2027 con funciones previstas. Sin embargo, reconoció también ser consciente de sus 88 años: «No quiero tentar a la madre naturaleza; aunque mis ajos sean eficaces, hay un límite». Con esta afirmación dejó entrever que El hijo de la cómica podría ser uno de sus últimos proyectos teatrales; esto añade un valor especial a esta nueva gira programada para arrancar el 24 de octubre en Avilés.
Durante la charla, Sacristán también se adentró en sus inicios profesionales, un periodo especialmente complicado que moldeó su visión sobre el arte. Recordaba aquellos años sesenta cuando tuvo que afrontar varios meses sin apenas recursos económicos gracias al trabajo duro. Las privaciones llegaron al extremo de tener que comer las sobras utilizadas durante algunas escenas en rodajes. «En Calígula, a José María Rodero le servían un cuarto de pollo; él hacía como si se lo comía y me dejaba el plato porque sabía que era mi cena».
Para sobrevivir durante esos difíciles tiempos, Sacristán tuvo que compaginar su carrera actoral con trabajos como vendedor de libros. Se convirtió en uno de «los primeros vendedores del círculo de lectores», vendiendo principalmente a colegas actores. Sin embargo, debido a las altas tasas impuestas sobre las ventas —por si algunos compradores no pagaban— muchas veces se encontró con pérdidas económicas. Estas experiencias le enseñaron el valor del esfuerzo y el significado real del sacrificio.
No esquivó tampoco hablar sobre sus comienzos teatrales donde se exigía realizar dos funciones seguidas —algo calificado como «insufrible»— hasta conseguir días libres gracias a huelgas organizadas por los actores. Recordaba ese instante crucial cuando recibió una llamada de Pedro Marsó, quien le ofreció trabajar en La familia y uno más. Además, logró ser el primer intérprete español en mostrar el trasero en pantalla grande con Sex o no sex, película protagonizada junto a Carmen Sevilla.
Un legado intergeneracional
La entrevista también ofreció espacio para anécdotas divertidas. Sacristán compartió una memorable ocurrida con un admirador en Tarifa, tan divertida e impresionante para él mismo que llegó incluso a considerarla como posible epitafio. Aunque no se detallaron las circunstancias exactas debido a las fuentes disponibles, quedó claro que su sentido del humor sigue intacto tras tantos años dedicados al arte.
Su participación en El Hormiguero, tal como destacó el propio programa fue “un auténtico regalo” . La capacidad única de Sacristán para combinar reflexiones profundas sobre temas actuales con humor y cercanía lo convierte en un invitado excepcional capaz conectar con audiencias diversas. Su agudeza mental y compromiso profesional siguen siendo faros para las nuevas generaciones actoral.
La figura icónica de José Sacristán pertenece esa estirpe especial de intérpretes cuya labor cimentó las bases del cine y teatro español desde sus inicios. Junto a grandes nombres como José Luis López Vázquez, Sancho Gracia o Fernando Fernán-Gómez, él forma parte activa e indispensable dentro esta generación dorada capaz adaptarse constantemente ante cambios políticos y sociales sin perder nunca esencia artística . Su trayectoria es testimonio vivo acerca evolución audiovisual española durante más medio siglo.
Tras esta visita inolvidable al programa presentado por Motos queda claro: José Sacristán mantiene intacta tanto su capacidad crítica como compromiso social hacia nuestro entorno contemporáneo . Sus declaraciones sobre política española resonarán mucho tiempo después porque apuntan directamente hacia problemas evidentes mientras invitan reflexión conjunta responsabilidad entre ciudadanos políticos deterioro actual debate público . A sus 88 años sigue demostrando así cómo edad jamás debe estar reñida ni lucidez ni compromiso social.
