WASHINGTON AUMENTA SU PRESIÓN SOBRE CARACAS

Qué puede hacer la CIA en la Venezuela chavista para derrocar el régimen del torturador Maduro

La revelación de Trump sobre operaciones encubiertas marca un cambio significativo en la estrategia estadounidense hacia el narcogobierno venezolano.

Trump, la CIA y el chavista Maduro
Trump, la CIA y el chavista Maduro. PD

Está la cosa que arde.

Y nadie se fía ya de nadie.

Porque se sabe que hasta la pringosa Delcy, la amiga de Zapatero, la que llegó a Madrid con 40 maletas llenas de billetes y otras cosas y fue agasajada en el aeropuerto por la gente de Sánchez, ha propuesto sustituir a Maduro por alguien del régimen ‘mas digerible’.

Y se lo ha sugerido a la Administración Trump, según revela el Miami Herald.

La reciente confirmación pública de Donald Trump sobre la autorización de operaciones encubiertas por parte de la CIA en Venezuela ha desatado un torrente de especulaciones acerca de las verdaderas capacidades y limitaciones de la agencia de inteligencia estadounidense en suelo venezolano.

Lo sorprendente no es tanto la operación en sí misma —Washington ha intervenido en la región durante décadas— sino el reconocimiento explícito del presidente, que pone fin a años de negaciones y eleva la tensión geopolítica a niveles que no se veían desde la Guerra Fría.

Cuando un periodista le preguntó directamente en la Casa Blanca si había dado luz verde a acciones letales, Trump no dudó.

Su respuesta, lejos de ser una evasiva diplomática, corroboró lo que The New York Times había informado horas antes: que la CIA tiene autorización para operar dentro de Venezuela con el objetivo de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.

La pregunta que ahora resuena entre expertos en inteligencia, diplomáticos y académicos es: ¿qué puede realmente hacer la CIA en un país que ha estado reforzándose contra estas amenazas durante años?

El arsenal operativo de Langley en un terreno hostil

Tradicionalmente, la CIA opera en tres frentes principales cuando busca desestabilizar o cambiar un régimen: inteligencia humana, operaciones cibernéticas y acciones paramilitares. En el caso venezolano, cada una de estas herramientas enfrenta desafíos singulares pero no insuperables.

El reclutamiento de informantes y agentes dentro del aparato de seguridad venezolano es fundamental para cualquier operación encubierta exitosa. Sin embargo, la falta de una embajada estadounidense funcionando en Caracas desde 2019 complica enormemente esta tarea.

Los oficiales de la CIA que normalmente actuarían bajo cobertura diplomática ahora deben depender de bases situadas en países vecinos como Colombia, Brasil o las islas del Caribe. Exagentes consultados por medios estadounidenses admiten que establecer redes confiables sin una presencia física permanente incrementa los riesgos de exposición y requiere una coordinación mucho más compleja con servicios de inteligencia aliados.

Las operaciones cibernéticas representan otro frente menos visible pero potencialmente devastador. Documentos desclasificados por servicios de ciberseguridad chinos han revelado que la CIA desarrolló herramientas específicas para coordinar protestas masivas, vulnerar sistemas gubernamentales y sabotear infraestructuras críticas. En Venezuela, donde el sector petrolero representa el 95% de los ingresos por exportación, un ataque coordinado a los sistemas de control de refinerías o terminales podría paralizar la economía en cuestión de días. El apagón masivo ocurrido en marzo de 2019, que dejó al país sin electricidad durante días, fue atribuido por el gobierno de Maduro a un sabotaje estadounidense; una acusación que Washington nunca desmintió oficialmente.

La dimensión paramilitar y sus precedentes históricos

La autorización para llevar a cabo acciones letales añade una capa explosiva a esta situación. Históricamente, la CIA ha desplegado equipos paramilitares cuando busca acelerar cambios sin comprometer abiertamente a las fuerzas armadas estadounidenses. Casos como Guatemala en 1954, la Bahía de Cochinos en 1961 y el apoyo a los Contras en Nicaragua durante los años ochenta son ejemplos claros del uso de violencia encubierta cuando se percibe amenazados los intereses estratégicos.

En el actual contexto venezolano, esta capacidad letal podría manifestarse mediante diversas estrategias. Desde el entrenamiento y financiamiento a grupos disidentes armados —probablemente antiguos militares venezolanos desertores— hasta operaciones directas contra objetivos clave. La recompensa ofrecida por Estados Unidos, cifrada en 50 millones de dólares por información sobre Maduro, quien es acusado de narcotráfico, sugiere que Washington no descarta un desenlace violento para su régimen.

Los recientes avistamientos de bombarderos estratégicos B-52 cerca del litoral venezolano y el despliegue aproximado de 10.000 efectivos militares estadounidenses en el Caribe han configurado una demostración militar que puede servir tanto como disuasión como respaldo para futuras operaciones más precisas. La incursión realizada por cinco cazas F-35 en espacio aéreo venezolano el pasado 2 de octubre evidenció que Washington está dispuesto a desafiar abiertamente la soberanía territorial del país sudamericano.

La respuesta chavista y sus vulnerabilidades estructurales

La autorización para que la agencia opere dentro del territorio venezolano ha generado alarma máxima entre las filas del régimen chavista y parece ser el golpe final contra este cartel y sus líderes. Maduro, ante tal situación, respondió públicamente con una mezcla entre desafío retórico y llamados a la unidad latinoamericana, cuestionando «¿hasta cuándo?» seguirá Washington interviniendo en su región. No obstante, su reacción revela más que solo postura; pone al descubierto las profundas grietas que enfrenta su gobierno.

El régimen ha logrado mantenerse gracias a una combinación eficaz: represión interna, control férreo sobre las fuerzas armadas mediante privilegios económicos y apoyo por parte de potencias como Rusia, China e Irán. Sin embargo, este entramado muestra cada vez más fisuras. La hiperinflación crónica, el colapso constante de servicios básicos y una emigración masiva —más de siete millones han abandonado Venezuela— erosionan continuamente las bases sociales del chavismo. Incluso dentro del seno mismo de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, históricamente leales al régimen, circulan rumores persistentes sobre descontento entre mandos medios y soldados rasos que padecen las mismas carencias que su población civil.

La CIA podría aprovechar estas fracturas mediante diversas tácticas. El financiamiento selectivo a grupos disidentes tanto civiles como militares resulta ser una estrategia probada. Durante los años setenta en Chile, por ejemplo, canalizó millones hacia medios opositores, sindicatos y sectores empresariales para generar caos económico y social con miras a justificar una intervención militar posterior. En Venezuela, donde los partidos opositores han quedado fragmentados tras años represivos, lo más probable es que se busque enfocarse precisamente en sectores militares descontentos capaces ejecutar un golpe interno.

El factor Catar y las posibles salidas negociadas

Simultáneamente a esta escalada militar e inteligencia emergen señales sobre posibles vías diplomáticas para salir del atolladero político. Recientemente se reportó en Nuevo Herald que Maduro podría abandonar el poder con mediación del emirato Catar, nación con relaciones constructivas tanto con Washington como con Caracas. Aunque esta información no ha sido confirmada oficialmente, sugiere que dentro del círculo cercano a Trump coexisten dos líneas estratégicas: máxima presión mediante operaciones encubiertas y maniobras militares junto a intentos por buscar una transición negociada que permita a Maduro salir con garantías.

Esta dualidad no es contradictoria; más bien se complementan mutuamente. La historia demuestra que una amenaza creíble suele ser necesaria para forzar negociaciones efectivas. En Panamá durante 1989, por ejemplo, la invasión estadounidense destinada a derrocar a Manuel Noriega fue precedida por meses dedicados a operaciones psicológicas e presión económica justo para convencerlo respecto al costo elevado que tendría mantenerse aferrado al poder.

Sin embargo, lo distinto con Venezuela radica precisamente en su escala y complejidad: Maduro no gobierna solo; tras él hay toda una red interconectada compuesta por intereses militares, empresariales y criminales beneficiándose del statu quo actual. Cualquier salida negociada requeriría garantías no solo para él sino también para cientos funcionarios altos temerosos ante posibles juicios relacionados con corrupción o violaciones derechos humanos. En este sentido, Catar, con su experiencia mediando conflictos complejos alrededor del mundo podría desempeñar un papel crucial como puente hacia soluciones satisfactorias para todas las partes implicadas.

Los límites del poder estadounidense y su impacto regional

A pesar del despliegue militar e incremento retórico evidenciado recientemente por parte estadounidense hay limitaciones significativas frente al objetivo real: forzar un cambio radical dentro del régimen venezolano. Las experiencias recientes vividas en países como Afganistán, Irak o incluso Libia muestran claramente cómo derrocar gobiernos resulta relativamente sencillo comparado con estabilizar naciones tras colapsar instituciones previamente existentes; Venezuela presenta riesgos añadidos debido sus 28 millones habitantes junto con divisiones sociales profundas ya arraigadas.

Además hay otro factor determinante: cómo reaccionará América Latina ante cualquier tipo intervención directa o indirecta proveniente desde EE.UU.. Gobiernos alineados hacia izquierda tales como los actuales presidentes mexicanos o brasileños han expresado públicamente su oposición ante soluciones bélicas prefiriendo siempre diálogo multilateral acompañado presión económica moderada pero efectiva . Una operación fallida ejecutada por parte CIA resultando violencia masiva podría alienar aliados clave mientras fortalece narrativas antiimperialistas extendiéndose toda América Latina .

Por otro lado tanto China como Rusia poseen intereses económicos vitales ligados directamente hacia Venezuela habiendo invertido miles millones dólares infraestructura petrolera proyectos desarrollo . Aunque ninguna parece dispuesta intervenir militarmente defendiendo directamente al presidente Maduro , podrían ofrecer apoyo logístico , informático , diplomático complicando aún más cualquier operación salida planeada desde Washington . El precedente sirio donde intervención rusa cambió completamente rumbo guerra civil permanece fresco mente estrategas estadounidenses actuales .

El petróleo como variable estratégica constante

Detrás toda maquinaria inteligencia presión militar diplomacia coercitiva subyace una realidad inmutable: Venezuela ostenta mayores reservas probadas petróleo mundo estimadas superando 300 mil millones barriles . Este recurso estratégico ha sido motor principal hostilidad manifestada desde EEUU hacia chavismo desde momento cuando Hugo Chávez nacionalizó industria petrolera expulsando grandes corporaciones estadounidenses principios década 2000 .

La administración Trump hace gala prioridades económicas claras . Funcionarios estadounidenses han señalado repetidamente declaraciones públicas cómo cambio régimen abriría oportunidades «tremendas» empresas norteamericanas sector energético . Embargo petrolero impuesto Washington redujo drásticamente producción venezolana —de más tres millones barriles diarios1998 menos 800 mil actualmente— pero fracasó colapsar completamente régimen , quien encontró compradores alternativos China , India mercados negros internacionales .

Las operaciones CIA este contexto buscan solo cambio político abstracto sino también garantizar control futuro esos recursos . Un gobierno post-Maduro alineado con Washington revertiría nacionalizaciones abriría sector inversión extranjera masiva reorientaría exportaciones petroleras hacia EEUU aliados . Esta dimensión económica explica razón detrás disposición administración Trump asumir riesgos políticos morales reconocer públicamente operaciones tradicionalmente mantenidas sombras .

La confirmación realizada por Trump respecto actividades desarrolladas agencia marca punto sin retorno enfrentamiento existente entre Washington Caracas . Sea mediante violencia encubierta presión militar convencional negociación forzada objetivo estadounidense permanece claro: terminar régimen chavista recuperar control recursos energéticos venezolanos . Lo cierto es incertidumbre si estrategia logrará alcanzar metas planteadas sin generar crisis humanitaria mayor desestabilizando región ya enfrentando múltiples desafíos gobernanza migratoria desarrollo económico .

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído