Sesión Golfa

Juan Carrasco de las Heras

Annie

Siempre resulta un fastidio ponerse luctuosos, pero la actualidad manda, y si hace bien poco teníamos que lamentar el fallecimiento del gran Robert Redford, este pasado fin de semana ha muerto Diane Keaton. Nunca trabajaron juntos, pero además de la cercanía de la triste noticia de ambos, tenían en común su prolífica carrera y el hecho de ser mitos del cine de todos los tiempos.

La actriz cerró el círculo vital muriendo en Los Ángeles, ciudad que la vio nacer, y a los 79 años no puede decirse que fuese una muchachita, pero vivir en 2025 hace pensar que la despedida bien podría haber sido unos cuantos años más tarde…

Keaton fue un icono de la independencia femenina y de toda una generación de intérpretes en la por aquel entonces moderna década de los 70 del pasado siglo, haciendo gala de su arrolladora personalidad y citando como declaración de principios, hecho más que rebelador, a Katharine Hepburn como una de sus principales inspiraciones profesionales y humanas.

Nacida interpretativamente en el teatro, no se me ocurre mejor inicio, su primer papel importante fue nada menos que la de Kay Adams en El Padrino (1972), nada más y nada menos, que fue el primer peldaño de una aún muy jovencita Diane Keaton a la que todavía le quedaba mucho que subir. Participó con este mismo papel en las dos entregas posteriores de la saga de Francis Ford Coppola.

Se convirtió posteriormente en musa de Woody Allen y trabajó con el realizador e intérprete en títulos como las comedias El dormilón (1973) y La última noche de Boris Grushenko (1975). Pero fue también a las órdenes de Woody Allen, en su tercera colaboración, cuando cayó en sus manos el papel que la hizo trascender en la maravillosa Annie Hall (1977), por el que ganó un Oscar a la mejor actriz, además de un Globo de Oro y un Bafta. También participó en otros éxitos del cineasta neoyorquino, como Interiores (1978), Manhattan (1979), Días de radio (1987) o Misterioso asesinato en Manhattan (1993), completando la más que recomendable “trilogía neoyorkina” de la filmografía de Allen.

Pero la carrera de Keaton es mucho mayor que el hecho de ser la musa de un genio, y participó en comedias como El padre de la novia (1991) y su secuela de 1995, con Steve Martin, El club de las primeras esposas (1996), junto a Goldie Hawn y Bette Midler, Cuando menos te lo esperas… (2003), junto a Jack Nicholson y Keanu Reeves, título que le reportó su segundo Globo de Oro, o Morning Glory (2010), coprotagonizada por Harrison Ford.

En 2016, la ya veterana actriz participó con un papel destacado en la teleserie The Young Pope de Paolo Sorrentino, compartiendo elenco con Jude Law y el español Javier Cámara. Y también puso su voz a Jenny, la madre de Dory, en la secuela Buscando a Dory de Pixar.

También directora y productora, su legado es más que profesional. Con ese look que puso de moda en un mundo incipientemente feminista, de ropa masculina ancha, pasada de moda y sus eternos sombreros, se convirtió en un estandarte del “vive como quieras y deja vivir, que hay sitio para todos (y todas)”. Si alguna frase la define es la de “Tengo la idea fija de que necesito ser auténtica… Mi cara necesita lucir tal como me siento”, en un claro alegato a favor del envejecimiento natural, contrario a la cirugía estética a la que se oponía claramente.

Se la echará de menos, descanse en paz Annie Hall…

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Juan Carrasco

Éste homínido ceutí es crítico de cine desde hace años en el diario El Faro de Ceuta, así como responsable del espacio cinematográfico y de opinión "Fila 7" en la web www.ceuta.com y colaborador en la emisora de radio Onda 0 con su sección semanal "El Cine en la Onda".

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