Los datos a julio de 2025 confirman que el gasto público sigue desbocado.
Con los Presupuestos Generales del Estado prorrogados, las obligaciones reconocidas aumentan un 14,4% respecto al mismo mes de 2024, mientras que los ingresos solo lo hacen un 10,9%. Los capítulos que más crecen son los que menos margen dejan para el control presupuestario.
Las transferencias corrientes —que incluyen pensiones, subvenciones y ayudas— se disparan un 15,7%, mientras que las transferencias de capital lo hacen un 22,5%, probablemente impulsadas por gasto ligado a proyectos públicos y fondos europeos. También destacan los gastos financieros, que suben un 11,5%, reflejo del aumento del coste de la deuda y del volumen cada vez mayor de financiación pública.
Si los ingresos crecen menos que los gastos, la consecuencia es clara: el déficit se ampliará y la deuda seguirá aumentando.
España se dirige hacia un escenario en el que cada euro adicional de gasto no se compensa con nuevos ingresos sostenibles, sino con más endeudamiento. En resumen, gastamos más, ingresamos menos y seguimos sin ajustar el rumbo.